Piedra de los Trece Botones
Historia
Ubicada en el pintoresco paraje de “La Cancha”, al suroeste del término, esta inscripción es parte de la Ruta de los Trece Roeles y Casa Grande. En esta enorme roca granítica, Pedro Dávila y Zúñiga mandó grabar un homenaje en memoria de su esposa, María de Córdoba, quien falleció en 1560.
El Profesor Manuel Parada lo explica de la siguiente manera:
«En la eterna piedra berroqueña el marqués mandó poner sus armas matrimoniales y la siguiente inscripción: D(EO) SERVATORI S(ACRVM) / MARIAE A CORDVBA NAVAR/VM MARCHIONISSAE PRIMAE ET / MVLIERVM VLTIMAE PETRVS / AVILA MARITVS IAM FATO / FVNCTAE MVNVS SVPREMVM / POSVIT AN(NO) MDLXVI.
Es decir: A D(ios) Salvador c(onsagrado). A María de Córdoba, primera marquesa de Las Navas y la más excelente de las mujeres. Pedro Dávila, su marido, a la que cumplió su destino, colocó (este monumento) como regalo último en el año 1566.
El munus supremum o regalo último, era el máximo honor que los antiguos romanos otorgaban a sus difuntos, una especie de heroización a partir de la cual rendían un culto familiar a sus seres queridos que les esperaban en la otra vida.
Ya anciano, seis años tras la muerte de su mujer y un año antes de su propia muerte, el marqués dejó este canto a la amistad verdadera y la cultura”.
La inscripción está acompañada por los escudos de armas de los primeros marqueses: a la izquierda, los trece roeles de los Dávila, y a la derecha, las franjas horizontales de los Córdoba, coronados con la corona marquesal.
Datos de interés
Es poco común encontrar inscripciones funerarias en parajes naturales como este, lo que hace aún más especial este homenaje. Se cree que Pedro Dávila eligió este lugar no solo por su belleza, sino también por su significado emocional y estratégico. Desde aquí, se podía contemplar la vasta extensión de sus dominios, incluyendo lugares con un profundo significado personal, como el monasterio de Guisando, donde, siendo niño, vivió el asalto que acabó con la vida de su abuelo, o Valdemaqueda, el lugar donde su esposa dio a luz a varios de sus hijos.
Este homenaje, junto con los escudos interiores del Castillo Palacio Magalia y la lauda de los primeros marqueses, son testigos de una hermosa historia de amor entre dos nobles del siglo XVI.
Este monumento no solo es un tributo a una mujer querida, sino también un recordatorio de la importancia del amor, la familia y el respeto por la historia que define a Las Navas del Marqués.