Lauda de los primeros marqueses
Historia
Ubicada bajo el altar mayor del Convento de Santo Domingo y San Pablo, esta impresionante lauda de bronce, obra de Jacques Jonghelinck, cubrió la sepultura de los primeros marqueses de Las Navas. Recientemente, Manuel Parada y Laura María Palacios la han denominado la «primera lauda feminista de la historia». El Profesor Manuel Parada explica que la inscripción en latín dice: “A Dios Salvador c(onsagrado). María de Córdoba, madre de los pobres, primera marquesa de Las Navas, por su linaje, bondad y belleza la más distinguida de las (mujeres) hispanas, fallecida de una cruel muerte, yace en este túmulo. Vivió 63 años, murió el día 15 de julio del año 1560. Finalmente, su marido Pedro Dávila, para que a los que Dios había unido la muerte no separase, en vida y triste, para sí y su piadosísima esposa, así como para su hijo Juan, puso (esta lauda) en el año 1563. Ella, que sucumbió por un cáncer bajo su mama izquierda, aquí, en efecto (yace)”.
Datos de interés
Llama la atención que al hacer este encargo el marqués se colocase en segundo lugar y simplemente como “marido” de la marquesa, pues la costumbre de la época era situar primero al esposo con la descripción de sus cargos y méritos, y solamente después se hacía una breve mención de la consorte. Aquí ocurre totalmente lo contrario, como si de una obra “feminista” se tratase.
Además, se subraya la continuidad más allá de la muerte de la relación que los difuntos habían tenido en vida. No en vano, el lema del marqués era “Poco es morir por vos” y su discurso iba incluso más allá del amor, pues está vinculado con el concepto aristotélico de la “amistad verdadera”. Se trata del estrecho vínculo que une a dos personas que se aman recíprocamente de forma verdadera, es decir, movidos por sus respectivas virtudes. A través de este lazo indisoluble de amor, los esposos se convertían en reflejo uno del otro, de dos hacían una sola persona y a lo largo de su vida en común llevaban un camino de perfeccionamiento.
Para reafirmar esta unión, los marqueses están representados cogidos de la mano, iconografía inexistente hasta entonces en el arte funerario español y que Pedro Dávila había conocido en su embajada a Inglaterra en 1554-1555 con motivo de la boda de María Tudor y el futuro Felipe II. Asimismo, la marquesa lleva puestas joyas familiares, como un anillo doble –llamado gemellus, que era un regalo nupcial– y sobre el pecho un “joyel que tiene un rubí grande berrueco y un diamante punta grande y una perla larga pera pinjante” que ella había aportado a los bienes familiares en 1557.
Estas ideas sobre la amistad verdadera y el amor más allá de la muerte formaban parte de los tópicos culturales de las élites europeas, pero en el caso de los marqueses de Las Navas observamos que reflejan sentimientos sinceros. Esto se aprecia a través del insólito protagonismo de la marquesa en la inscripción, así como de dos hechos de hondo significado familiar a los que ésta también alude. Por un lado, llama la atención que el matrimonio se enterrase en el mismo sepulcro con su hijo Juan.
Un codicilo de la marquesa de 1559 resuelve este enigma: “mi hijo [Juan] al tiempo de su fallecimiento me pidió que por cuanto él toda su vida había deseado estar siempre conmigo en muerte y en vida, que yo le hiciese tanta merced y le diese tanto contentamiento que, cuando Dios a mí me llevase desta vida, que a donde a mí me enterrasen para estar perpetuamente, juntasen sus huesos”.
Por otro lado, resulta más insólito aún que en la inscripción funeraria se recoja el motivo de la muerte de la marquesa, un cancro sub leva mamilla (cáncer bajo la mama izquierda). La causa de la muerte se indicaba solamente si el hombre moría en la guerra o la mujer a causa del parto, con lo cual es muy notable que el marqués ordenase incluir esta mención, que convierte a la lauda de Las Navas en la primera obra de arte conocida que cita de manera explícita dicha enfermedad. Así se subrayó el sacrificio de la marquesa, quien había padecido un cáncer de pecho desde 1558, que acabó con su vida en 1560. Resulta sorprendente la modernidad de todas estas iniciativas por parte del marqués quien «en vida y triste», dejó un legado de amor, fidelidad y respeto que perdura hasta el día de hoy.
La lauda original se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, a donde llegó para evitar su expolio en la época de la guerra civil. Una réplica podrá ser visitada muy pronto en su ubicación original.
Otra huella de la historia de amor de los primeros marqueses puede observarse también en la Piedra de los Trece Roeles.
Horario de apertura
El Convento de Santo Domingo y San Pablo, donde se exhibirá la réplica de la lauda, abre sus puertas durante las visitas guiadas y también antes y después de los espectáculos programados en el Festival Internacional de Música Las Navas del Marqués y en la Red de Circuitos Escénicos de Castilla y León.
Visitas guiadas
El Ayuntamiento de Las Navas del Marqués organiza visitas guiadas al Convento de Santo Domingo y San Pablo, donde muy pronto podrás admirar una réplica de la lauda de los primeros marqueses. ¡No te lo pierdas!
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