Barcelona 1921- Majadahonda (Madrid) 2004
Carmen Laforet, escritora única y adelantada a su tiempo, es una de las grandes figuras de la literatura española del siglo XX, recordada por su estilo fresco, poético y profundamente humano.
Primeros años y trayectoria literaria
Nació en Barcelona el 6 de septiembre de 1921, pero pasó buena parte de su infancia y adolescencia en Las Palmas de Gran Canaria, un entorno que marcaría profundamente su sensibilidad y que se reflejaría en algunas de sus obras. Su salto a la fama se produjo a los 23 años, cuando ganó la primera edición del Premio Nadal en 1945 con su novela Nada, un relato que asombró a críticos y lectores por su frescura, su melancolía y su capacidad de capturar las emociones humanas. Esta obra, considerada un clásico de la literatura española, sigue siendo una de las novelas más traducidas del idioma, junto con El Quijote y La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela.
Carmen escribió Nada con una libertad creativa que más tarde le sería difícil replicar. Las circunstancias de su vida y la presión de las expectativas la llevaron a un bloqueo creativo intermitente. Sin embargo, su talento le permitió publicar otras obras notables, como La isla y los demonios (1952), La mujer nueva (1955) o el libro de viaje Paralelo 35 (1967). Laforet también cultivó el relato corto y el ensayo, dejando un legado literario que sigue inspirando a nuevas generaciones.
Su vínculo con Las Navas del Marqués
En los años 70, Carmen Laforet pasó varios veranos en El Dominguillo, una finca residencial situada entre la estación de tren y la villa de Las Navas del Marqués. Este entorno tranquilo y rodeado de naturaleza le ofrecía un refugio fuera del del bullicio y las demandas de su vida. Su hija, Cristina Cerezales, evocó aquellos veranos como un periodo de felicidad y calma para la familia, en un espacio “rodeado de pinos” que parecía “una bendición”.
Laforet se reservaba una habitación de la casa número cinco, bautizada como «La habitación de Carmen Laforet», donde encontraba momentos de soledad para leer y escribir. Aunque su producción literaria en esa época fue limitada, el ambiente de convivencia en la finca, los paseos por el Paseo de los Tilos, y las charlas con invitados como el actor Paco Rabal dejaron huella en quienes la rodeaban. Cristina describió esos años como un tiempo en el que su madre se dedicaba, sobre todo, a disfrutar de sus nietos, de la naturaleza y de la vida sencilla que ofrecía Las Navas.
Reconocimientos y legado
El impacto de Carmen Laforet en la literatura fue inmediato y duradero. Su premio Nadal marcó un antes y un después en el panorama literario de la posguerra española. Escritores como Azorín, Juan Ramón Jiménez, Gerald Brenan o Ramón J. Sender elogiaron su obra. La relación epistolar que mantuvo con Sender fue recopilada en el libro Puedo contar contigo, mostrando su aguda reflexión sobre el papel de las escritoras en un mundo literario dominado por hombres.
A pesar de los altibajos en su carrera, su obra maestra, Nada, sigue siendo referencia obligada en estudios literarios. La frescura de su narrativa y la autenticidad de su prosa han dejado una huella imborrable. En 2004, Carmen Laforet falleció en Madrid, dejando un legado que continúa siendo estudiado y celebrado.
Carmen Laforet: un modelo de inspiración
En Las Navas del Marqués, su recuerdo permanece vivo no solo por los veranos en El Dominguillo, sino también como un ejemplo de cómo la creatividad, la naturaleza y la conexión con las raíces pueden marcar la diferencia en la vida de una persona. Su hija Cristina, en su libro Música blanca, rindió homenaje a la mujer, la madre y la escritora que vivió tanto el ascenso al éxito como las dificultades de la vida terrenal.
Carmen Laforet no solo nos dejó un puñado de obras brillantes; nos enseñó que las letras, cuando nacen del corazón, pueden tocar el alma de quienes las leen.
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