Una experiencia entre pinares y robledales
Buena parte de la mitad meridional está poblada por extensos pinares que tienen su continuación hacia el sur y oeste por la “Tierra de Pinares” abulense; la mayor altitud y humedad de las faldas de la Sierra de Malagón permite en cambio la existencia de frondosos robledales de roble melojo (Quercus pyrenaica). Muchas otras especies se incluyen entre estas arboledas, destacando incluso la presencia de alcornoques (muy escasos en la Sierra de Guadarrama) en una ladera de exposición sur, probablemente el alcornocal silvestre a mayor altitud de Castilla y León.
La mayor parte del monte está cubierta por pinares de Pinus Pinaster, especie favorecida en el pasado por la importante producción de resinas y madera, frente al melojo y la encina principalmente. En las zonas más bajas del municipio también aparecen enebros y pinos albares o piñoneros (PInus pinea), especie dominante hacia el Valle del Alberche, a menor altitud.
Hoy en día no se pone en duda la naturalidad de estos pinares de los que existen gran cantidad de testimonios pasados, los análisis palinológicos y, sobre todo, los numerosos topónimos que dan nombre a la comarca atestiguan la presencia continuada de coníferas de este género a lo largo de los siglos.

Usos y costumbres vecinales
La historia de Las Navas del Marqués lleva aparejada una relación continua con el medio natural. Los primeros datos sobre pobladores de esta zona hablan del siglo XI, aunque no es hasta el siglo XIII cuando, a razón de la aprobación de la Carta-Fuero de Ávila por Alfonso X el Sabio cuando se produjo una verdadera repoblación de estas tierras. Entonces se dedicaron amplias extensiones al aprovechamiento de pastos a la cría de ganado lanar y a la explotación de pieles, base de la actividad textil y artesanal de la villa entre los siglos XVI y XVIII.
La producción ganadera, base de la economía local durante muchos años, en concreto la lana, fue importante a lo largo de los siglos pasados favorecida por la Mesta, deforestándose una importante porción de terreno para la instalación de pastizales y pequeños cultivos, La roturación de suelos para la implantación de cultivos, sobre todo el cereal de secano, tuvo su importancia hasta no hace demasiadas fechas debido a la pobreza y costumbre heredada tras la guerra civil española, que obligó a muchas familias a buscar un complemento a su sustento alimenticio.
Las hojas de labor, que comenzaron a labrarse en el año 1948. Llegaron a tener una extensión cercana a las 2000 (frente a las 1140 autorizadas) distribuidas por las zonas rasas que rodeaban el pinar, en ocasiones ocupando zonas de pinar mismo o de antiguas masas quemadas.
Sin duda uno de los principales usos que ha tenido el monte, y que ha condicionado su evolución a partir de los siglos XV y XVI, junto con el de la madera y la resina, ha sido el aprovechamiento ganadero con gran importancia tradicional y que define en gran medida el aspecto composición y estado silvícola de la vegetación del monte.
Se une a estos usos el aprovechamiento micológico. La recogida de hongos es una tradición común en estos montes, y que reporta ingresos a algunos recolectores, muchas veces procedentes de comarcas fuera de la tierra pinariega, especialmente de la cercana ciudad de Madrid. La especie de interés culinario que más se recoge es sin duda el níscalo o nícalo (Lactarius deliciosus) para su aprovechamiento comercial, aunque también se recolectan otras especies para consumo personal y de escasa comercialización , entre las que destacamos la seta de cardo (Pleurotus eryngii) que se vende en el mercado local, y los parasoles (Macrolepiota procera).
Los boletos u “hongos” (Boletus edulis), se recogen abundantemente en los pinares de silvestre del vecino pueblo de Peguerinos, aunque se comercializan en Las Navas. Aunque existen muchas otras especies frecuentes y de buena comestibilidad, el desconocimiento y la prudencia impiden su comercialización.
Recordar que los montes de Las Navas del Marqués se encuentran incluidos en el acotado AV-50.003 Gredos, y por tanto sometidos a la regulación de recogida de setas, en aplicación del Decreto 31/2017 de 5 de octubre, por el que se regula el Recurso Micológico Silvestre en Castila y León. Para recolectar es necesario estar en posesión del permiso de recolección, que habilita la posibilidad de recoger setas en las casi 40.000 ha de los 36 municipios que componen este acotado.