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Vélez-Málaga, Málaga, 1942

Pintor español, maestro de los “paisajes soñados” y defensor de la conexión entre arte y naturaleza

Evaristo Guerra es un destacado pintor español, conocido por sus paisajes oníricos que reflejan la belleza de la naturaleza y la luz característica del Mediterráneo. Desde muy joven, demostró una pasión innata por el arte, que lo llevó a pintar su primer cuadro al óleo a los 14 años. Su formación artística comenzó junto a Juan Morcillo y continuó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, a la que ingresó con solo 19 años. Sin embargo, abandonó estos estudios al cabo de un año para seguir su propio camino, combinando trabajos diversos con su verdadera vocación: la pintura.

Trayectoria artística y vinculación con Las Navas del Marqués

En 1963, Evaristo Guerra realizó su primera exposición individual en los Salones Macarrón de Madrid, marcando el inicio de su carrera profesional. En 1968 se trasladó a vivir a Las Navas del Marqués, un lugar que marcó profundamente su vida y obra. Allí encontró la inspiración para dedicarse exclusivamente a la pintura, rodeado de la tranquilidad de la naturaleza. Este período resultó decisivo para el desarrollo de su estilo artístico.

Durante su estancia en Las Navas del Marqués, comenzó a trabajar en sus emblemáticos “paisajes soñados”, inspirados tanto en los viajes a su Vélez natal como en los paisajes de la tierra de su esposa. Estas obras, cargadas de luz y color, supusieron un punto de inflexión en su trayectoria, estableciendo su sello distintivo como pintor. Su estrecho vínculo con Las Navas del Marqués fue reconocido en 1987, cuando fue nombrado Hijo Adoptivo de la Villa.

En 1970, Guerra regresó a Vélez-Málaga, tras haber sido seleccionado para participar en la I Bienal de la revista Blanco y Negro y en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Dos años más tarde, ganó el Premio Nacional de Pintura para Artistas Jóvenes de la II Bienal, con la obra Dos kilómetros para el pueblo, un paisaje que refleja su maestría en capturar la esencia de la naturaleza.

Reconocimientos y obras destacadas

A partir de 1972, Evaristo Guerra consolidó su carrera artística con exposiciones en prestigiosas galerías, como la Galería Biosca de Madrid, y comenzó a recibir numerosos galardones. Su reconocimiento se ha visto especialmente reflejado en su Vélez natal, donde se le ha homenajeado en diversas ocasiones.

Entre sus obras más destacadas se encuentran las pinturas murales de la ermita de la Virgen de los Remedios, situadas en Vélez-Málaga. Estas pinturas, que cubren más de 1.150 metros cuadrados, representan los paisajes de la comarca de la Axarquía con un estilo único y vibrante. Este trabajo monumental es un claro ejemplo de su capacidad para capturar la esencia de un territorio y plasmarla en su arte, con un dominio absoluto del color y la luz.

Estilo y legado

El estilo de Evaristo Guerra combina el naturalismo con un enfoque personal lleno de lirismo, logrando transmitir la atmósfera y las emociones de los lugares que representa. Sus “paisajes soñados” no son meras reproducciones de la realidad, sino interpretaciones que elevan lo cotidiano a lo sublime.

Su obra destaca por la riqueza cromática, la serenidad de sus composiciones y una profunda conexión emocional con los entornos naturales que retrata. La luz, omnipresente en su pintura, evoca la calidez del sur de España y los recuerdos de su infancia y juventud.

A lo largo de su trayectoria, Guerra ha logrado consolidarse como un referente del arte español contemporáneo, dejando un legado que trasciende su obra pictórica. Su dedicación, sensibilidad y amor por la naturaleza han convertido sus paisajes en verdaderos poemas visuales, que invitan a quien los contempla a soñar y a redescubrir la belleza del mundo que nos rodea.

Relación con Las Navas del Marqués

Aunque Evaristo Guerra dejó Las Navas del Marqués en 1970, la villa siempre ha permanecido en su memoria y en su obra. Sus años allí fueron fundamentales para su desarrollo artístico, y su contribución al municipio le valió el reconocimiento de sus habitantes. Las Navas del Marqués no solo fue un lugar de inspiración, sino también un punto de inflexión en la carrera de este gran pintor, que encontró en sus paisajes un reflejo de la armonía entre el hombre y la naturaleza.

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