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1527 – 1579

Pedro Dávila y Córdoba, II Marqués de Las Navas, desempeñó un papel destacado en la corte de Felipe II, combinando sus deberes nobiliarios con importantes responsabilidades políticas y militares. Además de ser IV Conde del Risco, VI Señor de Villafranca y alférez mayor, supervisó parte de las obras del majestuoso Monasterio de El Escorial, reflejando su compromiso con los proyectos más emblemáticos del reinado.

Pedro Dávila acompañó al monarca en la campaña de Flandes y en el histórico enlace matrimonial con María Tudor, conocida como María I de Inglaterra. Participó activamente en las negociaciones previas al matrimonio y tuvo el honor de portar las alhajas que Felipe II regaló a su futura esposa, un gesto que evidenciaba su confianza y cercanía con el rey.

Hijo de Pedro Dávila y Zúñiga y María Enríquez de Córdoba, el II Marqués de Las Navas contrajo matrimonio con Jerónima Enríquez de Guzmán, hija de Enrique Enríquez de Guzmán, IV Conde de Alba de Liste, y de María de Toledo. La pareja tuvo dos hijos: Leonor Dávila y Toledo y Pedro Esteban Dávila, quien heredó el marquesado y los títulos familiares.

Un retrato al óleo de Pedro Dávila y Córdoba, atribuido a Antonio Moro o Rolan Moys, según el investigador Pedro Grande, se encuentra en una de las dependencias Medinaceli del Hospital Tavera en Toledo. Este retrato destaca por la alegoría de la muerte que aparece al fondo, una representación probablemente añadida posteriormente e inspirada en la obra teatral «El Marqués de Las Navas» de Lope de Vega. Cabe destacar que el célebre dramaturgo fue secretario del III Marqués, lo que refuerza el vínculo entre esta familia y una de las figuras literarias más influyentes de España.

El legado de Pedro Dávila y Córdoba no solo se refleja en su contribución a la historia política y cultural de su tiempo, sino también en el patrimonio y las tradiciones que siguen vivas en Las Navas del Marqués.

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