I Marqués de Iria Flavia, Camilo José Cela fue un autor prolífico. Novelista, periodista, ensayista, editor, conferenciante, fue miembro de la Real Academia Española, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Premio Nobel de Literatura, Premio Planeta y Premio Cervantes, etc. En 1996, el rey Juan Carlos I, le entregó exprofeso el título de I Marqués de Iria Flavia por sus méritos literarios.
Vivió en Vigo y con 9 años su familia se trasladó a Madrid. En 1931 estuvo internado en el Sanatorio antituberculoso de Guadarrama, lo que le sirvió para iniciarse en Ortega y Gasset y, posteriormente, para escribir Pabellón de Reposo. Esta obra acabaría de crear en Las Navas del Marqués, poniendo en la última página “Las Navas del Marqués, 1943”.
Cursó la carrera de Medicina. Trató con Alonso Zamora Vicente, María Zambrano y Miguel Hernández. De ideas conservadoras, se alistó como soldado de la zona sublevada y fue censor. Creó junto a Caballero Bonald la revista Papeles de Son Armadans y, años más tarde, la editorial Alfaguara.
Entre sus obras destacan, como novela larga La familia de Pascual Duarte, Pabellón de Reposo, La Colmena, San Camilo, La Cruz de San Andrés, etc. También escribió novela corta, cuentos, fábulas, artículos, ensayos, poesía, romances y otros géneros.
Camilo José Cela pasó dos veranos en Las Navas en 1943 y 1944, los vecinos de la villa cuentan que se ponía a escribir sentado sobre su silla de tijera en el lugar que hace años ocupó la Seat y que, por aquel entonces, estaba poblado de pinos. Durante estos veranos se alojó en el número 7 de la Avenida Principal y en la Fonda de la Florida, en la misma calle. Según el citado libro de Tomás García Yebra, fueron varias las anécdotas que acompañaron al futuro Premio Nobel durante su estancia en nuestra localidad, todas ellas muy ligadas con su personalidad provocativa.
Pasamos a contar una de tantas. Ocurrió en la antigua casa de teléfonos, Cela entró y tras tocar la campanilla, anunciando su llegada y dar unos pasos al frente, metió la cabeza en el hueco de la mampara que lo separaba de los trabajadores. Gritó entonces con voz enérgica “A la paz de Dios...! ¡Desearía poner una conferencia con Madrid!”. Su sorpresa llegó cuando se dio cuenta de que no era capaz de sacar la cabeza del hueco de la mampara. Fue necesaria la intervención de la trabajadora de la casa de teléfonos que tras golpear la mampara consiguió descolgarla y Cela sacar su cabeza.
Dicen también que al escritor le gustaba cantar “en Las Navas, sogueros; en Navalperal, coritos; en el Hoyo de Pinares y una legua más abajo los babosos de Cebreros”. Se trata de una copla popular que los vecinos de Las Navas cantaban como “en Navalperal, coritos; en el Hoyo, piñoneros; y en Las Navas del Marqués lo mocitos bachilleros” (entre otras versiones).
GARCÍA YEBRA, T., op. cit., pp. 85 – 96.