Junto con el Castillo-Palacio Magalia, el Convento de Santo Domingo y San Pablo fue fundado por los primeros marqueses de Las Navas, D. Pedro Dávila y Dña. María de Córdoba.
Según las crónicas, se puso la primera piedra el día de San Pablo de 1546, tomando posesión como Prior Fray Alonso Rubio en 1547. Y allí, durante dos siglos y medio, diversas promociones de frailes dominicos, se dedicaron a curar las almas de los naveros.
Tenía las celdas en el ala oeste, pero no era un convento de clausura. Los frailes salían a predicar por las calles.
DESCRIPCIÓN ARTÍSTICA
La construcción del edificio fue un proceso largo y laborioso, tanto fue así que la cabecera y la capilla mayor son del primer marquesado (mediados del s. XVI) mientras que la capilla del Rosario y la fachada son de la segunda mitad del siglo XVI, por lo tanto del segundo marquesado.
La fachada sigue un modelo repetido en iglesias conventuales; de arte herreriano, sobrio, austero, consta de tres pisos y tres calles. Está compuesta por un frontón triangular en la parte superior, en cuyo tímpano se encuentra el escudo de la orden de Santo Domingo (Dominicos), coronado por bolas herrerianas. En el centro un amplio rosetón franqueado por la heráldica de los Dávila y un frontón triangular también en la puerta de acceso.
Los muros son de cantería de granito, grande pero irregular, salvo en la fachada con cadenas de sillares en contrafuertes y ángulos.
La planta del convento está desarrollada en una sola nave dividida en cinco tramos. En los muros destacan nichos y aperturas de comunicación con las dependencias conventuales.
El crucero es destacado y la cabecera poligonal. El conjunto se encuentra elevado unos 2 metros a modo de escenario, donde está el altar. Bajo el altar, se abre un espacio que contenía el sepulcro de los primeros marqueses de Las Navas así como la Lauda de Bronce, obra de Pompeo Leoni, que hoy puede contemplarse en el Museo Arqueológico Nacional.
El retablo, de un renacimiento alterado, estaba compuesto por columnas corintias doradas y cuatro lienzos de la escuela sevillana, de cierto mérito.
En las dos paredes contiguas a las que ocupaba en su día el retablo, hay sendos nichos sepulcrales, idénticos, en mármol gris. Constan de un pedestal sobre el cual se alzan unas hornacinas, que albergaron las imágenes de Santo Domingo y San Pablo, con pilares y jambas funerarias.
El crucero se prolonga en la capilla del Rosario, de forma cuadrada y cubierta por una cúpula de sillería en cuyo centro se abre una linterna. Esta capilla tenía a su entrada una magnífica reja de hierro, hoy desaparecida.
El altar y el resto de la nave estaban separados por otra bellísima reja de hierro que hoy se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional.
En el 2014 el convento tuvo su última fase de rehabilitación, con el propósito, actualmente conseguido, de convertirse en espacio cultural para diversos eventos culturales.
Es visitable dentro de las visitas guiadas al conjunto histórico.
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Plaza del Risco, s/n.